En este escenario cada vez más digital en el que ya se mueven el 62% de las empresas españolas según datos de IDC, las fronteras de seguridad se difuminan y la inversión requerida para garantizar tanto la seguridad e dispositivos como de evitar fuga de datos, aumenta. El ciberterrorismo y el cibercrimen son las principales amenazas a las que las organizaciones se enfrentan en cualquiera de las industrias. Por ello, es necesario articular mecanismos de seguridad que permitan detectar, analizar y eliminar las amenazas, así como planes de actuación que establezcan con claridad qué hacer ante una brecha de seguridad.